...y eso fue así porque esa determinación siempre fue mucho mayor a la que 'crazy frog' nos muestra en el siguiente vid:
Con los últimos aditamentos que le he puesto encima a mi Yamaha Superteneré 1200 XTZ-E (o 'La SuperTernera', el apelativo cariñoso con el que a sus orgullosos propietarios nos gusta referirnos a ella), la he convertido en un Panzer. Y yo, en paralelo, me he convertido en un reclamo publicitario de la firma Touratech. Un jodido globero, en definitiva. Resulta gracioso recordar que hace treinta años, a los motards burgueses de guisa y recursos como los que a partir de hoy, y durante varias semanas, voy a exhibir por las carreteras de media Europa, los llamábamos con desprecio 'BeMeuWistas', dado que casi invariablemente sus pesadotas monturas lucían el logo de la marca bávara en sus depósitos.
De modo que, mientras me dispongo a saltar con movimientos de Robocop sobre mi mamotreto de 300 kilos largos, no ya gracioso, sino casi hilarante resulta verme y reconocerme (lo último, quizá por vez primera) metido en el disfraz de uno de aquellos abuelos de la ruta (en este caso, un 'Yamahista') que no tumbaban en las curvas ni a punta de pistola. Pero como reza el viejo aforismo, 'todo cambia...', y el perfil motero también, naturalmente: de jóvenes somos pilotos llenos de adrenalina e inconsciencia, con poco miedo a la muerte, y ya de talluditos, sesudos conductores de coches de dos ruedas; pero desde luego, si la moto no ha sido una mera aventura de juventud y nuestra hemolinfa contiene gasolina todavía, transmutamos en viajeros empedernidos, devotos en el matrimonio a nuestra noble compañera de metal, y con poco miedo... a mirar atrás.
Yo soy un macho fiel, y mis amores son siempre verdaderos y permanentes: me ocurrió con el rock, y me ocurrió con las motos, ambos puras modas pasajeras -casi pasatiempos- para la mayoría de mis compañeros de batalla de los agitados veintipocos (de joven era molón ser rockero y motero, porque ese binomio facilitaba el apareamiento, sin duda), espíritus pusilánimes que no resistieron la doble prueba del compromiso ni del tiempo.
Aunque seguro que antes de la salida, me tengo que sacudir la turbidez de tan polarizados pensamientos, porque hay que dejar espacio suficiente en mi casco 'Shoei' -de provocativa librea LGBTI- a mi cabezota afilada y a las ilusiones que van a ir llegando en oleadas a ella al transcurrir los kilómetros; sin vacilaciones, y tras el tedioso ritual de casco y guantes, pongo el parcial a cero, y giro despacio -pero decidido- el puño. El horizonte se abre. Let's hit the road...
(ESPAÑA - LOS BALCANES. Kilómetros a la salida: 46.296)
Aunque no debería regocijarme tanto en mi soberbia de viejo motard, porque el sol no luce por completo: desde el primer momento, las gomas que hoy estreno me hablan en un lenguaje distinto al acostumbrado, y comunican extrañas sensaciones. He salido tarde, después de comer, y tengo que enchufar si quiero llegar a una hora 'humana' al primer sitio de pernoctación, con lo que esas sensaciones se amplifican. Estas 'Heidenau K60 Scout' vibran a baja velocidad, y suenan como demonios en celo en alta. Son ruedas con bastante taco que monto para la ocasión, en previsión de carreteras rotas y incluso pistas, cuando me halle ya en la antigua Yugoslavia. Fueron una recomendación de otro lobo solitario de las dos ruedas, con el que coincidí hace ya un año y pico al llegar a Nordkapp ('yo ya no calzo otras', me aseguró). Creo que hasta unas simples ruedas se merecen un margen de confianza.
'Art Deco' en Rillo de Gallo |
Estación de Caminreal
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La ternera, humillada |
En la espectacular bajada a Mequinenza desde Caspe, cuando abordo una transición rápida entre curvas, en pleno calentamiento de hocico para explorar las posibilidades de las Heidenau en curva...ssssshhhh.
Pantano de Mequinenza |
Llegaría, con el curso de los años, más sufrimiento africano a bordo de monturas varias, aunque la capacidad de disparar las pulsaciones y aflojar los intestinos de esta fangosa experiencia permanecerá ya por siempre imbatida.
Poco después, en la comarca de La Selva, ya en los aledaños de Gerona, las luces de freno y de 'warning' en la distancia me anuncian nuevas paradas. Pero deduzco que esta vez es otra cosa, por la multitud de marcas de frenada violenta que cizallan los tres carriles hacia la derecha. Un coche parado en el arcén, luego un camión... y una furgoneta de carga volcada de costado, con las vigas metálicas de construcción que portaba atravesando puertas y ventanas, y orientadas en todos los ejes posibles del espacio. Más coches en el arcén, con gente corriendo hacia la furgoneta. Acaba de pasar, y ni puedo ni quiero mirar. Dentro hay chicha.
Cerca ya de la Junquera, empieza el baile de matrículas variopintas. Entre altozanos abrasados por el fuego de otros años, el camión con pérdida de áridos que me precede se encarga de lanzar una lluvia de meteoritos contra la ternera, que resiste el envite con unos cuantos picotazos. El último repostaje -al límite- antes de cruzar la raya, y después de ella no avanzaré mucho, porque el sempiterno viento del Languedoc (las cinco mangas indicadoras de viento que he visto en la autopista estaban horizontales) ha acabado por patearme y agotarme. Hoy no pasaré de la hermosa Beziers.
Beziers
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Hoy también me acompañará un tiempo veraniego. La A 9 por la que nos desenvolvemos hacia el este es una vieja conocida de las tres monturas que he tenido. Primero 3 carriles, luego 2, y al enfilar hacia Marsella se hacen 4. Juraría que los gabachos corren menos que en el pasado, o quizá soy yo el que corro más: la ternera empuja como una locomotora diésel si la comparo con mis viejas yeguas. Pero son, eso sí, tan educados como siempre: te ceden el paso cuando encuentras camiones en cualquier subida -a los que doblas la velocidad- para evitarte un golpe fatal contra la trasera del remolque; los motards saludan ostensiblemente con el pie al adelantar, y a veces algún jovial grupo de ellos te acompaña detrás durante bastantes kilómetros. Francia es un gran país y sus habitantes están a la altura, por supuesto. Y es curioso que tras muchos años, he caido ahora en que los abundantes carteles de autopista advirtiendo 'Prochain Sortie: Gendarmerie', no son una indicación en clave de humor negro para evitar accidentes: su mensaje es real como la vida misma. Qué cerebro tan retorcido el mío.
A partir de Toulón, toco asfalto nuevo para mí. Tras un brusco descenso, Niza aparece radiante a nuestros pies. El calor aprieta, y algunas zonas con gusanos de alquitrán me han enseñado que quizá haya acertado con presiones y reglajes... o es que a lo mejor las Heidenau han empezado a amansarse: el temblequeo de chasis al pisarlos sigue ahí, pero esta vez la ternera parecía un 747 en zona de turbulencias, blanda y pesada, en vez de un F16 cruzando la barrera del sonido. Ojalá haya sido así, porque como dice la Biblia, 'los mansos heredarán el asfalto'.
Ha sido justo en el centro de la pomposa Montecarlo cuando he descubierto la autonomía real de la Ternera con la reserva: exactamente 97 kilómetros. Las dos latas suplementarias de gasolina me han sacado del apuro -nunca mejor dicho, porque esta vez he apurado demasiado-, y hasta que he dado con la gasolinera ESSO por la que preguntaba a un nativo justo cuando el motor se ha parado, hemos recorrido parte del trazado urbano del GP de Mónaco, incluyendo el famoso túnel. La ternera es ya leyenda.
Y bienvenidos a Mónaco/Montecarlo, capital mundial del postureo y la frivolidad. Desde arriba, cuesta creer que alguna otra bahía del planeta albergue tantos yates de lujo. Desde abajo, cuesta imaginar que la mayor parte de la producción de Lamborghinis Diablo tengan matrícula del principado. Aqui los proletas van en Mercedes último modelo al Carrefour. El resto de los coches son de gama estratosférica, y hacen mucho ruido con sus escapes cuádruples mientras queman goma en los revirados viales de la capital de los Grimaldi. Varios tipos avistados mostraban el vivo perfil de James Bond, y la visión de algunas otras clones de Madonna y Pamela Anderson han acabado por echarme del sitio. Aunque es una curiosa visita, sin duda.
La anécdota de la gasolina me la he tomado con el mejor humor, y he dado gracias mentalmente al Dios de la carretera; tan sólo diez kilómetros antes y todo habría sido mucho, mucho peor, quedándome varado seguramente dentro de un oscuro túnel. Porque poco después de Niza, los Alpes se dejan caer impúdicamente sobre la costa, y la autopista se convierte en una sucesión de viaductos y túneles, especialmente en Italia -cuyo cartel anunciador ha aparecido de repente en uno de tales viaductos entre dos galerías-. Y ocurre que en el país transalpino, la Autostrada es una Autorratonera: buen asfalto, buena señalización (la asignatura pendiente de sus equivalentes ibéricas)... pero dimensiones poco generosas, comprimidas y con curvas (la mayoría, dentro de túneles) que en Francia estarían limitadas a 80/90. No me gusta: al salir de uno de tales túneles en curva, un coche averiado ocupando el inexistente arcén; de nuevo, el leal 'Antilock Brake System' me ha librado del desastre seguro.
Luego, claro, están los modos italianos en la carretera: han vuelto las luces largas, los bocinazos, las maniobras agresivas... la impaciencia que me impacienta. Perfectamente homologables a los modos hispanos, uno no conduce tranquilo aquí. Y para remate, Génova: tras el hundimiento del viaducto de Morandi, hace seis semanas, la ciudad ha quedado partida y es obligado atravesarla por el centro, un infierno de dos horas de atasco mientras caen la noche y los chorros de sudor desde mi espalda, que oigo impactar en los pantalones. Los electroventiladores de la Yamaha, que no han parado durante el atasco, hacen hervir todas las superficies. Y yo empiezo a hervir de indignación y de hartazgo.
Cuando por fin abandono Génova, la autorratonera se hace incluso peor: los radios de curva se hacen más escasos, los peraltes más difíciles, los túneles más largos, y todo el mundo pisa a fondo, enojados como yo por la travesía genovesa. El entorno invita a la prudencia pero la cabeza invita a la enajenación, y me abandono maquinal a sus dictados: sólo quedan 100 kilómetros hasta la cama de hoy, así que me meto en las luces y en la vorágine de la noche, dejando que la rabia administre los 115 cv.
Hacia Florencia, la autopista gira hacia la izquierda , y traspasa los Apeninos convertida en Autorratonera: vuelven los túneles, los viaductos, las curvas... y desaparecen los arcenes. Y todo el mundo le pisa; los italianos llevan la velocidad en las venas, eso es manifiesto. Pero velocidad no sólo en las autopistas, que es algo 'marca Europa'; me refiero a correr cuando NO hay que hacerlo: de noche, en curvas, en obras, en maniobras de todo tipo... las pirulas son constantes, no importa el lugar. Latinos en su máxima expresión.
Florencia |
Hasta Azzaro se corre. De hecho, vamos paralelos a la primera línea de AV italiana, y por ella veo pasar veloces a dos AGVs de 'Italo'. A partir de Azzaro, hacia la costa, el mapa señala autostrada desde San Sepolcro (¡vaya con el nombre!). Es cierto sólo a medias. Se halla en construcción, y es, con diferencia, la peor Autorratonera hasta ahora. Cuando nos desvían por la carretera nacional, grupos de motards domingueros con deportivas japonesas y alguna rugiente Ducati Multistrada te adelantan a escasos centímetros. Casi todos lo hacen en línea contínua, del mismo modo que algunos coches. Cuando por fin se despejan las obras de la autopista (pública, no de pago), está tan bacheada y con tantos badenes que las velocidades son de risa. Mal día para las carreras, e incluso para dejar el pegamento.
San Marino |
Y los 100 kilómetros que restan por la A 14 del sur, han sido muy diferentes de los de anoche: 3 anchos carriles, radios de curva de línea de AVE, pocas obras (hoy han sido una constante)... maravilloso. Así que, aunque el manual de la Ternera refiere un límite de 130 km/h cuando se circula con maletas... ¡a hacer puñetas!; no sé de qué límite estamos hablando.
Cuando por fin llegamos a Ancona, mi próstata ha empezado a adquirir la consistencia de un higo seco. Y eso son malas noticias, porque a pesar del manifiesto sobrepoblamiento del planeta, no renuncio a ser padre.
Y hablando de glorietas, las italianas reflejan su idiosincrasia latina y son como las españolas, es decir, no organizadas por carriles, con lo que el caos en ellas siempre está garantizado. Sumando detalles diversos, creo que a estas alturas ya me atrevo a definir el tipo italiano característico, y a afirmar que estos comedores de spaghetti son gente licenciosa y de placeres primitivos y orgánicos: les gusta subir los motores de vueltas, el vino está por todas partes, y el exceso manifiesto de población sugiere una potente inclinación (casi fijación) hacia el sexo: no por casualidad, Italia es una de las potencias mundiales en producción de material pornográfico; para los pocos de vosotros que desconocíais el dato.
Hasta el país tiene forma orgánica, y hoy bajaré siguiendo la cremallera posterior de la bota; a mi derecha, la magia de los pueblos siempre ocupando las crestas, con sus magníficos monasterios e iglesias, y entre los que Loreto se me ha antojado un primoroso ejemplo. A la izquierda, el azul turquesa del Adriático, al que prácticamente se pega la autopista cuando cambiamos de región entre La Marca y Abruzzo. Más allá del azul, mis deseados destinos de viaje.
Se llama Silvia, aunque es italiana. En sus explosivos treintaipocos, está como un queso, y ha comenzado una conversación en la gasolinera de la forma más espontánea; me ha dicho en perfecto castellano (ha vivido 4 años en España, y también en UK y Alemania) que le encanta mi moto, y cuando decide ir a su coche a por el móvil para enseñarme fotos de su alocada etapa motera de juventud, observo que cojea ligeramente. El porqué aparece rápidamente claro en las fotos que me enseña, con tres presencias recurrentes: ella, grandes fragmentos de lo que fue una Ducati Monster, y mucha sangre. Las fotos son sencillamente horribles. Dice que del accidente salió viva de milagro, y que jamás volverá a coger una moto. Y antes de despedirnos, me aconseja mucha prudencia 'más al sur', donde asegura que la gente conduce incluso peor. Un ligerísimo, casi imperceptible escalofrío recorre mi chorreante espalda.
De nuevo en la ruta, el nombre de un largo túnel me ha hecho soltar una carcajada: se llamaba 'Pedaso', como bien corresponde a su longitud. Pero aunque conducir una moto requiere tener la cabeza dedicada a ello, y normalmente se está a pocas reflexiones, no he podido evitar que el 'Too Scared to Run' de los Uriah Heep se instale como banda sonora de la película de hoy, por lo compartido con Silvia un ratito antes. Las nubes se espesan hacia el sur y la temperatura desciende mientras atravesamos -literalmente- por debajo pintorescos pueblos. La autopista comienza a volar sobre enormes viaductos sobre los valles que bajan desde las montañas. Estas se han hecho masivas, e iluminadas en claroscuro por el sol que se filtra entre jirones de feas nubes, parecen refugio de orcos. Por alguno de esos valles veo subir serpenteando lineas de tren en vía única electrificada, con el alma de los carriles pintada de blanco, como todas en Italia. El hecho requiere una explicación que le viene gruesa a este relato.
Y sobre la visera ahumada se deshacen ahora tímidas las primeras gotas del viaje, aunque no es nada que deba preocuparme, sino antes al contrario: puede que sea un 'freak', pero conducir en moto bajo la lluvia siempre lo viví como un puro deleite. Un surrealista paisaje de extrañas formaciones, productos seguramente de minería abandonada, rompen la monotonía gris de la ruta y me sitúan de nuevo en Mordor. Y ese gris adquiere progresivamente tonalidades de marrón y negro, y comienza un viento impertinente que me agota los brazos al ir tumbando a la ternera y agarrando con fuerza el manillar para contrapesar sus embestidas. La parada de gasolinera para ponerme el traje de agua es de necesidad, y desde ella veo en la cercana estación un tren de mercancías detenido mientras le adelanta un ETR 500 clásico en su marcha hacia el norte. Me pregunto si en él viajará un zumbado español cargado como un burro con platos de batería 'Turkish' e 'Istambul', a su vuelta de Turquía... tal como fue el caso hace ya 16 años. Cómo pasa el tiempo.
Y al día siguiente, y según lo predicho por el asqueroso ordenador, la tormenta perfecta se fue acomodando en el este, dándome severas palmadas desde Wick hasta Inverness, y auténticos e inmisericordes bofetones desde la salida de ésta última hasta Edimburgo, donde se encontraba mi hogar temporal. Cuesta describir las dificultades, el miedo, y el intenso desasosiego experimentados hasta que logré hacer rueda en mi querida y oscura capital escocesa. El cruce del viaducto sobre el 'Firth of Forth', cerrado ya a esas alturas de la tempestad al tráfico de camiones -y muy poco después a todo tráfico-, y en el que los poquísimos coches que se atrevieron a cruzarlo -a velocidades tan ridículas como la mía- me hicieron espacio por delante y por detrás, sin duda para no perder detalle sobre cómo el loco de la moto grande acababa sus días en el fondo de las negras aguas del estuario... ese cruce no lo hice solo: conmigo cruzó La Angustia Que Arranca Sollozos.
Vomité al rato, y era pánico líquido.
Hacia Albania.
‘EL ANDAR EN TIERRAS Y COMUNICAR CON DIVERSAS GENTES HACE A LOS HOMBRES DISCRETOS. NO HAY NINGÚN VIAJE MALO, EXCEPTO EL QUE CONDUCE A LA HORCA’
(Miguel de Cervantes Saavedra“)
Durres |
Estación de Durres |
Tirana |
Abandono Tirana por la magnífica autopista de Elbasan; magnífica... cuando la terminen, claro. El vial es compartido con los vehículos de sentido contrario, y en un determinado momento, al centrarme de nuevo en la carretera tras apagar la Go-Pro -me había dejado la tarjeta SD en el hotel-, repentinamente me veo en trayectoria de colisión con un imbécil que ha invadido mi carril. Casi ni me ha dado tiempo a dedicarle recuerdos a su familia, porque toda la atención se dirige al corazón, que pugna por salirse del pecho; es el primer susto, y me pregunto cuántos más me esperan en el país.
Tras esa brusca toma de conciencia de la realidad de las carreteras 'buenas', las obras me dirigen hacia la carretera 'mala' (la antigua), que no es mala, sino sencillamente horrorosa: bacheada, brillante, con curvas que dan sustos continuos... al menos, el túnel de base de 2'6 km para cruzar las montañas está acabado, y al otro lado, un pequeño trecho de autostrada en toda la regla; aunque dura poco: antes de volver al doble sentido de circulación, las señales de limitación de velocidad comienzan una terrible secuencia descendente 110-90-80-60-40-20-10... una señal más y tendré que aparcar la moto; joder qué brutos.
Atardecer en Elbasan |
Pavos en las vias |
Durres es otra cosa. Con su larguísimo paseo marítimo lleno de restaurantes y de salas de juego, parece una abducción de Marbella en la costa adriática. Y es un placer recorrerlo hasta quedar sentado delante de una cerveza bien fría en la terraza del hotel.
Berat |
Complejo de Ballsh |
El final de la pesadilla |
Girokaster |
Conductores albaneses |
Lezhe |
Komani |
Shala River |
Komani |
Ferry de Fireze |
Estación de Skhoder |
Mirador de Baron Nopcia |
JORNADA 6 - POGDORICA-KOTOR (280 KM)
Estación de Kolasin |
El Mediterráneo en MNT |
JORNADA 7 - KOTOR-SARAJEVO (360 KM)
Clases 19 (Skoda) y 62 (USATC) |
040 Fives- Lille (reserva) |
Clase 19 (Skoda) |
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Clase 25 |
|
Clase 25 |
Clase 82 |
Clase 33 & GM CoCo |
Clase 33 |
Clase 62 |
Clase 33 |
Clase 33 |
Bonne nuit tout le monde
“EL OBJETIVO DE VIAJAR NO ES SOLO CONOCER TIERRAS EXTRAÑAS, SINO QUE EN ÚLTIMA INSTANCIAS SE PUEDA VOLVER Y VER AL PROPIO PAÍS CON EXTRAÑAMIENTO’ (G. K. Chesterton)
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1 - BANJA LUKA - BLED: 390 km
2 - BLED - RAPPERSWILL/JONA: 690 km
3 - RAPPERSWILL/JONA - GRENOBLE: 488 km
4 - GRENOBLE - CARCASONNE: 576 km
5 - CARCASONNE - S. SEBASTIÁN: 440 km
S. SEBASTIÁN - EZCARAY: 244 km
EZCARAY - AZUQUECA: 319 km
TOTAL 3147 KM
A los ojos del motero de raza y ruta, el retorno, la vuelta al punto de partida, de forma invariable agita el entendimiento que habita dentro del casco con sus sesgos de signo poco afable: la vuelta representa la regresión primordial, la traba que se rebobina, las lonas que se plegan, la incandescencia que se apaga, la merma de la ilusión que achica voluntad y fuerza, el universo que la emoción desocupa... Apreciados seguidores: hasta ahí. ¡A la mierda la lírica! Todavía queda mucho por ver y rodar, unos cuantos trenes por disfrutar, de variados modos... e incluso alguna mayúscula sorpresa. Lo relato todo brevemente porque al galope el tiempo se comprime, y por todos los dioses de Valhalla que lo voy a comprimir con la inestimable ayuda del cohete que llevo en el culo en forma de bicilíndrico paralelo ‘forward inclined’, que te ofrece hermosas vistas del infierno por encima de las 4000 rpm. Así que, colegas, el regreso me va a ver y conocer autónomo, gamberro y exultante de energía, casi un centauro del asfalto. No es ajeno a todo ello el que, al punto de abandonar Banja Luka, resuenen imponentes las frases de los ‘Chrome Division’ que escupe el estéreo:
‘I got an open road ahead
And there's a warm breeze through my hair
Ain't got no plan of where I'm going to
But I don't really care
Hang on I'm coming fast…’
1
Me encuentro muy dentro de la piel de ese ‘Doomsday Rider’ cuando abandono por fin Bosnia después de atravesar aldeas humildes surtidas de puestos callejeros de patatas, calabazas y flores que atienden muchachas eslavas de belleza rotunda y discorde con sus ropajes de pobre factura. Una extraña frontera erizada de vallas en el centro del pueblo, el caudaloso Sava y… Croacia, la vuelta a la UE con toda su amabilidad. Con el manillar hacia el noroeste y los protectores auditivos en su lugar natural, asciendo veloz por el espinazo de la antigua Yugoslavia, recorrido por una magnífica autopista y la doble vía electrificada que tiene como extremos a los antiguos señores del Mediterráneo: Italia y Grecia
Hablando de fronteras raras, la siguiente, al rato de bordear Zagreb por el oeste… es un jodido puesto de peaje, en el que además de los euros por gastar goma te piden el pasaporte. Alu-cinante. Y sucede que la Eslovenia que ahora pisan las ‘Heidenau’ lo mejora todo: el valle se aprieta, los castillos lucen esplendorosos con sus conos de teja, y toda la manufactura humana da la impresión de ‘terminada’ y consistente. Cuando un rato después, hacia el norte, el tibio horizonte gris de los Alpes va transformándose en imponente presencia -en forma de muralla aparentemente infranqueable para la autopista-, hemos dejado atrás Ljubljana, la capital de este armonioso y bello país, medio Italiano, medio suizo… y tan opuesto a Bosnia, por ejemplo. En absoluto balcánico. Uno se pregunta cómo se las apañó Tito para amalgamar todo este pastiche regional y darlo forma de nación, con la enorme disparidad que muestran las distintas unidades geográficas que no hace mucho fueron una sola. La desintegración era inevitable, claro.
El sitio del que haré cama esta noche no es mucho más que su lago con isla e iglesia en el centro, y su magnífico castillo en un promontorio. Es más que suficiente: Bled es un sitio inmaculado, helvético en su arquitectura, en su paisaje urbano, en su paisanaje 'High Class' de peli de James Bond, y en su entorno de cuento de hadas. El atardecer ha constituido una magnífica escala en la ruta, que ni los putos chinos con sus cámaras y sus trípodes han logrado reventar.
2
Mirando hacia el norte desde la ventana del encantador hotel alpino de Bled en una fantástica mañana de radiante cielo azul, uno cree haber llegado al fin del mundo conocido ante la visión de la grandiosa pared que los Alpes presentan delante de las narices. Pero hay vida más allá, en Austria, y poco después de Jesenice, un giro de 90º a la derecha, 10 euros de peaje y un agujero de 6 km en la roca nos sitúan en la patria natal de Hitler, que no sé si era motero, pero desde luego sí un auténtico 'Jinete del día del Juicio'. Al otro lado del túnel de Karavanke, frío, cielo nublado y 'Polizei' quisquillosa. Al rato, embutido en ropa de invierno, y entre formidables obras de ingeniería en forma de túneles y viaductos, llego a la hermosa Salzburgo, en el momento en que las nubes empiezan a abrirse.
Tras la ciudad de Mozart, uno es apenas consciente del cambio de país, salvo por el cartel 'Deustchland' en la autopista, el helicóptero que sobrevuela la zona, y el alborozo de ver desaparecer del TomTom la señal de velocidad máxima, explícita invitación a retorcer el puño de forma salvaje por las inmaculadas 'motorrad'' libres alemanas con su firme de pista de aterrizaje, impoluto y sin mácula de baches o 'rizados balcánicos'. Una gran nación comienza aquí a deslizarse bajo el cielo azul y las ruedas de la ternera, y su glorioso himno traspasa mis oídos durante la marcha:
Pero cuidado, motard: repentinamente, el V12 de un Ferrari GTO rugiendo como una bestia prehistórica puede dispararse hacia la grupa de tu moto de una forma tan violenta que cueste creerlo. Ha sucedido. Sólo son dos carriles, al fin y al cabo, y por el izquierdo la visión debe repartirse con esmero y cuidado entre los retrovisores, atento a la llegada de unos faros que se sitúan casi de modo instantáneo tras el colín fabricando largas, negras huellas, y estridentes chillidos hechos de caucho pulverizado -pero sin ráfagas ni bocinazos-, y la cinta de asfalto que se extiende por delante, porque cuando a unos 170/180 km/h y las maletas a punto de volar por los aires, alguien decide a corta distancia iniciar sin cuidado una maniobra de adelantamiento a baja velocidad, los ojos se abren de puro terror y el instinto cierra con dureza la mano derecha sobre la maneta de freno, haciendo que la horquilla delantera haga tope en salvajes frenadas (gracias, Mr. ABS!). La nobleza de la Yam y mi ángel de la guarda haciendo horas extras me libran de un final trágico en tales ocasiones.
Volvemos a Austria, a las obras, a las retenciones y a las nubes que estropean el mediodía. Entre castillos de los Nibelungos se llega a Innsbruck, y poco después comienza el atrevido descenso del Aalberg, cuya estrechez ha hecho resonar el primitivo bramido de los V2 de un enorme grupo de Harleys viajeras como si se tratase de un terremoto. Sin controles ni detenciones atravieso Lietchenstein, un paraje aburrido y sin alma, e ingreso en la nación de los quesos, los bancos y los trenes, arriesgándome a una multa de muchos euros por no comprar el permiso que autoriza a usar las autopistas de la confederación. Total, sólo voy a estar un dia, y además, no hablo alemán.
Suiza siempre ofrece esplendor en cualquiera de sus rincones: ordenada, fresca, limpia y bella, es casi una maqueta de país. Entre lagos y montañas llego a Rappersville, donde he quedado con una antigua amiga, a la que en el pasado no me atreví a cantarle la canción de abajo. Así que, sin pretensión ni esperanza carnal alguna, me limitaré a tomar unas cuantas 'grossen bier' con ella (son las fiestas de lugar), mientras se cierra la noche sobre las cumbres lejanas, hacia el sur.
ARE YOU GONNA BE MY GIRL - Enlace'INGREDIENTES PARA UNA NOCHE MEMORABLE: elíjase una cabaña de madera en lo más profundo de Newfoundland, dotada con una estufa de leña ‘Brooklyn’ de tres pies para calefacción, un generador a gasolina ‘Hitachi’ de 1200 vatios, y unas lámparas de petróleo para iluminación. Practíquese un orificio en el hielo y pórtense unas saludables viandas ricas en calorías como soportes vitales. Se requiere la incomunicación absoluta con el resto del planeta; la temperatura exterior debe ser de -16º. Todo este escenario debe estar enmarcado por una hermosa luna llena reflejándose en el lago helado al otro lado de la puerta y, en ésta, un ski-doo como negro corcel que aguarda paciente y manso la mañana para llevarnos a aventuras soñadas. Ah, y esta deliciosa melodía que, inopinadamente, apareció en la noche. En realidad, pertenecía a aquella noche... desde siempre'.
REPLICA - SONATA ARCTICA - Enlace
EL VIADUCTO DEL MILLIE
-Ya en Grenoble amanece cubierto. Salimos.
-He decidido poner algo de pimienta a la ruta.
-En el cuadro, el TomTom dibuja una sonrisa.
-Resuelvo evitar la archiconocida 'Autoroute du Soleil' A7.
-Resuelvo evitar el tedio.
-Así que en Valence viro hacia la derecha.
-Hacia el macizo central y los Ardeches.
-Hacia la miseria.
-Cuando viajo, veo poco la TV.
-Cuando viajo, por tanto, de la realidad del mundo apenas soy consciente.
-Soy un inconsciente.
-Demasiado pronto debo parar...
-...para proteger equipaje y motero de la lluvia, serena pero obstinada.
-Estoy tranquilo. Atravieso al paso la ondulada campiña francesa.
-Compro quesos, pan tierno y agua con gas.
-Los quesos huelen bien. Decididas, las carreteras ganan altura.
-Comida de campaña en la 'Gare' de Le Puy-en-Velay...
-...sobre el asiento de la moto. El viento se pone serio.
-Los zarandeos son ya molestos cuando hago rueda -por fin- en la A 75
-¿Por fin? ¿Las autopistas son 'zona segura'?
-Algo muy feo acude a mi encuentro.
-Algo que debería conocer.
-Rachas de aire duro, seco y desequilibrante. Reduzco a 100.
-Reduzco a 80.
-Reduzco a 60.
-Veo nubes de color muy negro que se alternan rápidas con otras de tonos amarillos y pardos.
-Descargan sobre mi su furia líquida. Sin piedad. Viento superior a 80 km/h.
-Reduzco a 40. Los coches corren más, claro....
-...pero no mucho más. Un motero me adelanta y me saluda.
-¿O me ha pedido que pare?
-¿Era el 'Jinete del Día del Juicio'?
-Creo que antes de 10 minutos la ternera estará en el suelo derramando aceite y gasolina.
-Creo que yo también estaré en el suelo.
-Veo aparecer, allá abajo, el viaducto del Millie.
-Es enorme, sobre un valle enorme.
-Letreros de 'Beware of crosswinds'...
-...¿o decían 'Abandon all hope'?
-En él... todo me supera.
-El vendaval racheado y feroz quiebra mi entereza y quiebra mi cuerpo.
-Tengo miedo y me siento muy frágil.
-Sólo soy polvo en el viento.
-Oh, Dios de la ruta, sácame de aquí, joder... por favor, sácame de esta mierda axsfixiante... no puedo aguantar mucho más, no voy a aguantar mucho más...!!
A nadie puede extrañar que ayer por la noche, a la llegada a Carcasonne (una joya gala que merece atenciones viajeras de primer orden) hiciera una desastrosa aproximación al sitio de alojamiento... en primer lugar al equivocarme en la dirección, y en segundo al intentar dar la vuelta e introducir la rueda en un extraño revestimiento de adoquines, maniobra que dio con ternera y jinete en el puto suelo por primera y última vez en el viaje: apoyada en un ángulo imposible sobre una maleta y la defensa delantera diestra, la Yam no era sino un animal varado, todo raza y orgullo heridos, y yo, todavía saliente de la descomposición orgánica completa a la que me había llevado 'Leslie' un ratito antes, por supuesto no hice ni el más mínimo intento de levantarla (lo que me habría llevado a un seguro accidente cardíaco), limitándome a encender un cigarro y esperar estoico y con cara de perturbado la ayuda, que tras 15 minutos llegó en forma de un par de estudiantes (me encontraba delante de la residencia universitaria del hotel) que arrimaron el brazo. Aunque sin sexo, un final feliz.
Algunas nubes despistadas perfilan todavía el cielo cuando por fin pongo rumbo a España por la 'Autoroute' A 64, paralela a los Pirineos, aunque a partir de Tolouse el cielo azul aparece ya completo y radiante. Ha sido más que bienvenido.
Y, como siempre en el transcurrir de los eternos ciclos biogeoquímicos, tras la tempestad llega la calma, y el circo de la vida continúa con sus luces y sus sombras. De nuevo, ya cerca de Bayona, un enorme grupo hecho de fanáticos de las Harley-Davidson (los motards gabachos se encuentran entre los más devotos a los hierros de Milwaukeee) me adelantan pausadamente, consiguiendo que el agradable petardeo de mi escape 'Akrapovich' quede completamente eclipsado por el fragor de las relucientes HD's. Al contemplarlos, gesticulantes y satisfechos sobre sus baúles, me pregunto de dónde vendrán, y reflexiono también sobre mis experiencias absolutamente polarizadas con tales monturas en el pasado: formidable la primera y una tortura china (los putos amarillos jodiéndolo todo, como siempre) la segunda. Traigo aquí la primera:
La plácida jornada me lleva a hacer noche en S. Sebastián, en un lúbrico 'gastro-hotel' muy euskaldun, al lado del estadio de Anoeta. Al contemplar este último, poderosas notas acuden a la velocidad de la luz a mi cabeza, y se quedan a vivir en ella... hace varios lustros asistí en tal plaza, en trance y absoluto delirio, al mejor concierto que contemplarse en el mundo haya podido. Nunca. Así que, feliz, inicio la ruta gastronómica por mi cuenta (bueno, en la agradable compañía de otra vieja amiga) buceando en el casco viejo donostiarra, antes de reposar en una habitación hecha de música celestial llegada desde las islas británicas.
WHAT DO YOU WANT FROM ME - Enlace
Y las luces del teatro de los sueños comienzan a apagarse poco a poco. Al día siguiente selecciono de nuevo el 'modo tren' para acompañar el espectacular trazado del extinto FC Vasco-Navarro, girando después hacia la capital de La Rioja, que como todos sabemos es La Meca, en la República Vitivinícola de San Asensio (requiere explicación musical, pero me da pereza). Y a lo largo del también extinto FC Haro - Ezcaray, el asfalto me llevará a hacer noche en este último lugar -rincón de mis desvelos de viajero-, y a degustar en su coqueta plaza alguno de los caldos republicanos de San Asensio, antes de abordar la definitiva manga ferroviaria por el FC Villafría - Monterrubio al día siguiente, que casi por casualidad coincide con la última jornada, en la que pongo definitivo rumbo a casa atravesando los páramos burgaleses.
Pero... ¿a quien le importa ya la ruta? Las sensaciones quedaron atrás, aunque vivirán para siempre. En el cuerpo de un motard viejuno, crápula y licencioso.
ODA A LAS DOS RUEDAS
Tengo leído de algún filósofo o pensador -creo que contemporáneo-, de cuyo nombre no puedo acordarme, alguna prosa o verso que giraba en términos parecidos a estos: ‘…de todas las potencias humanas, no es la menos estúpida aquella que le hace amar a objetos inanimados…’ No lo calificaré como ‘amor’, entonces, alejándome así de la posibilidad de que alguien se le ocurra usar el simpático epíteto de la cita conmigo; lo llamaré ‘apego’, y que el diablo me lleve.
Porque apego ha sido, sin duda, lo que por mis vehículos de dos ruedas he sentido. ¿Cómo no habría de tenérselo? Me engancharon -todas ellas- desde el primer momento (siempre adquirí mis yeguas/monturas desde el flechazo, más que desde una pragmática visión de lo utilitario), y ya desde ese primer momento decidí que iban a ser mías. Ellas y yo, juntos, hemos construido aventuras que darían para llenar numerosas páginas; hemos añadido muchas increíbles imágenes a la agenda de nuestro personal devenir compartido; con ellas he atravesado parameras y desiertos, imposibles pasos de montaña en sierras alpinas de amenazadores crestas, bosques oscuros cortados por salvajes cursos de agua, e inhóspitas extensiones hechas de una gruesa capa de hielo y nieve -el ‘Nifelheim’ de la mitología nórdica-; en ellas he volado sobre majestuosos ríos y oscuros brazos de mar -haciendo uso de los abrumadores logros que la tecnología del tercer milenio nos permite-, y he visitado volcanes, islas inmensas e islas minúsculas, valles sobrecogedores y acantilados sobre bravos océanos... muchos amaneceres y muchos crepúsculos siempre cambiantes se han mostrado a mis ávidos ojos a través de la pantalla del casco, y muchas han sido las fronteras atravesadas (no sin dificultad, en algunos casos) de tal modo.
Y si alguna de esas yeguas giraba la cabeza, en ciertas oscuras noches de otoño, casi llegaba a oír los gritos que una infinita sensación de libertad hacía brotar del pecho de su dueño, puesto en pie sobre los estribos… nada que pueda ser fácilmente entendible sin que te juzguen loco de forma automática, nada que alguien que haya probado esa droga, pueda dejar de entender ni por un sólo instante. ‘Montar’ y ‘cabalgar’ son una sola cosa en el idioma de Shakespeare, y en él se expresaron unos potentes germanos, para cantarle hace años a los moteros del mundo:
Espectacular!!!! el comienzo de este blog...No puede ser de otra manera tratándose de tí.
ResponderEliminarFantástico!!!...La lectura de este blog engancha por su frescura...Mi amor es "Tren a Isfahan" pero,la "ternerita",reina entre las reinas y su capitán , siempre tienen historias maravillosas que contar...Continúa contando,por favor ...
ResponderEliminarGracias por esas palabras. Ya está cercano a su fin...
EliminarEste blog es como un rio que fluye con agua cristalina y hace que sus lectores se refresquen con su lectura...De esta forma vives esos buenos y no tan buenos momentos que el viajero cuenta apasionadamente...
ResponderEliminar☺️👍🏻
EliminarYa sabes que, para mí, leerte es como sacar un billete de tren y dejar que me lleven, mirando por la ventanilla todos los paisajes y aventuras que me cuentas.... una delicia!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Roge... me encanta que te guste. Y te agradezco enormemente esa valoración
EliminarRecomiendo encarecidamente los servicios de préstamo del Sr. Pedro a cualquier persona que necesite ayuda financiera, y lo mantendrán al tanto de los directorios más importantes para cualquier otra necesidad. Una vez más, lo felicito a usted ya su personal por su extraordinario servicio y atención al cliente, ya que es un gran activo para su empresa y una experiencia agradable para los prestatarios como yo. Te deseo todo lo mejor para el futuro. Sr. Pedro es la mejor manera de obtener un préstamo fácil, aquí está su correo electrónico. pedroloanss@gmail.com Gracias por ayudarme con el préstamo una vez más en mi corazón, estaré eternamente agradecido.
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Este comentario no es bienvenido en este blog.
EliminarVolviendo a leer esta FANTÁSTICA AVENTURA!!!...Lo recomiendo. Leer nos hace vivir lo que nuestros ojos , no han visto...
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